Érase un empresario

Érase un empresario, cuya empresa adoraba. Un buen día, decidió que no podía llevarla entera él sólo, y puso un anuncio en el periódico. Necesitaba un asesor financiero con urgencia. Por su empresa paseaba mucho dinero y había que tenerlo bien controlado.
Puso un anuncio en el periódico. Al día siguiente, tenía dos candidatos. Se entrevistó con ambos, y eligió a uno de ellos para el cargo.
Durante muchos meses, el empresario estuvo satisfecho con su nuevo empleado. Pero... ¡oh, sorpresa! Empezaba a faltar dinero de la caja. Al principio, el empresario lo atribuyó a un retraso en los pagos. ¿Cómo iba a sospechar de una persona a la que había confiado su dinero, y le pagaba bien por ello?
¡Qué llantina se pilló el pobre empresario! Un mal día descubrió que su empleado, aprovechando su situación de poder, estaba desviando parte del dinero a su propia cuenta. ¡Qué horror, qué vergüenza! Tras una discusión en que ambos se pusieron a caldo, el asesor financiero fue despedido, y el jefe hizo una llamada.
Puso en situación al otro candidato, el que no había elegido en su día, de lo ocurrido. El hombre prometió que no sería igual, y el jefe confió en él.
La gestión parecía más eficiente incluso desde aquel entonces. No habían podido recuperar el dinero robado, a pesar de que ya le habían denunciado, pero pensaban que sería cuestión de tiempo.
Cuál sería la sorpresa del jefe al ver que, una vez más, había confiado su dinero al hombre equivocado. Este tambien robaba. Y además, presumía por la oficina de ello. ¡Increíble! ¡Apoteósico! Pobre el empresario, que una vez más vio su dinero mermado, ese que tanto le había costado ganar.
Sobra decir que el neuvo empleado fue despedido también de manera fulminante. El jefe redactó un nuevo anuncio, necesitaba alguien una vez más, pero era cada vez más difícil y complicado fiarse de alguien. ¿Quién podría hacerlo?
Llegó el día de las nuevas entrevistas. El jefe salió a la sala de espera, y esta vez, se encontró con un puñado más de candidatos. Algunos parecían serios y formales. Otros llevaban un tatuaje, o un piercing. Y en un lado de la sala, el buen hombre no se lo creyó: ¡los dos hombres que ya habían trabajado para él! ¡Estaban ahí! ¡Pidiendo de nuevo un trabajo que no se merecían! ¿Cómo era posible tal desfachatez?
¿Qué crees que debería hacer el jefe?
1) Si crees que el hombre debería volver a confiar en los primeros que trabajaron para él, porque al fin y al cabom todos son iguales, pulsa aquí.
2) Si crees que deberían darle por saco a los dos primeros que trabajaron para él y empezar a buscar una alternativa, pulsa aquí.













































¡ERROR! ¿De verdad volverías a confiar en el que te ha robado para el mismo puesto de trabajo? Haz clic aquí y vuelve a elegir.














































¡CORRECTO! Que uno lo haga no significa que lo vayan a hacer todos. ¡Hay que buscar otras personas!

Y por eso mismo, señores, el bipartidismo es ilógico y debe desaparecer. Esto no es un partido de fútbol para decir "Yo voy con mi equipo incondicionalmente". No son equipos. Son partidos políticos. Con una ideología u otra. A día de hoy, son sólo dos los que han llegado a gobernar, alternando sus periodos. ¿En serio vamos a volver a depositar nuestra confianza en una gente que ya se ha visto que no la merece? Es la hora del cambio. No votes a quien te ha robado.

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