Día del Libro 2021

Otro año más llega el 23 de abril, y como viene siendo costumbre, traigo una lista personal de recomendaciones. Basándome, por supuesto, en mis propias lecturas del año pasado, que resultó bastante completito durante la época más rígida del confinamiento.

Para perderse en otros mundos

Empezamos no con uno, sino con tres libros, y es que mi primera lectura recomendada es la trilogía La materia oscura. A muchos os sonará la película La brújula dorada (nombre que parece haberse impuesto al original, Luces del norte), pero no llegamos a ver plasmadas las continuaciones, La daga y El catalejo lacado hasta que HBO se animó a hacer la serie. La trilogía comienza en un mundo similar al nuestro en el cual las personas son acompañadas por una manifestación física de su alma, llamadas daimonion.

La historia comienza con Lyra, una niña huérfana que vive en Oxford y quiere conocer las tierras heladas del norte. Una extraña mujer puede cumplir su deseo, y pronto Lyra se ve involucrada en algo mucho más grande. Sociedad de razas, críticas hacia la Iglesia, ética... Todos estos temas son repasados por Philip Pullman a lo largo de las páginas de la trilogía. Personalmente, el segundo es el que menos me gustó, pero no puede entenderse la historia sin él.

Porque lo clásico también mola

Con la cantidad de literatura contemporánea que me llama la atención, me cuesta ponerme con la lectura de clásicos. Pero estos están en la estantería y a veces toca desempolvar alguno. Es el caso de Mary Shelley con su Frankenstein o el moderno Prometeo. Y agradezco haberlo leído, y debo agradecer a la versión de teatro de Danny Boyle (protagonizada por los geniales Sherlocks Jonny Lee Miller y Benedict Cumberbatch) el darme el empujón necesario para arrancarme con la novela. Al igual que con el personaje de Drácula, una vez leída esta novela me doy cuenta de que las historias... bueno, que sabemos más del personaje por el fanfiction generado en base a este (en forma de películas o de teatro) pero no es tan frecuente conocer la historia original.

Y disfruté de cada página del mismo, a pesar del exasperante modo de hablar de los personajes, todos ellos adornados con esas florituras elegantes. Pequeño spoiler: el libro no nos cuenta tanto el nacimiento del monstruo de Frankenstein, sino las consecuencias que este acto supone. Muy recomendable.

Para echarse unas risas

Mi personaje favorito de la extinta revista Orgullo y satisfacción (2014-2017) tuvo a bien el año pasado de conseguir su recopilatorio, y por supuesto tenía que caer en mis manos y volver a reírme. Eva hace lo que puede es un cómic de Bea Tormo (guioniza y dibuja) sobre el personaje de Eva, una treintañera que habla en sarcasmo, todo le viene mal y se la pasa gruñendo.

No se por qué me siento tan identificado con ella, pero obviamente esta historia no funcionaría tan bien solo con ella, por lo que tiene de contraparte a su compañera de piso Lucía que se empeña en ser ese positivismo irracional que nos saca de quicio a veces por muy buena que sea la intención. Mis dieses, Bea. Y por si lees mi reseña, que sepas que sigo esperando una continuación. Quiero MÁS.

Sobre videojuegos (y la franquicia en general)

Se publicó en 2018, por lo que es normal que todo lo referente a la octava generación de la saga Pokémon no esté presente. Pero aún así. Sergio C. González Sanz nos sube a su máquina del tiempo para repasar la historia de la saga más rentable de todos los tiempos con Pokémon: historia y evolución de un fenómeno. Si bien es cierto que el "grueso" de sus páginas nos lo encontramos en el mundo de los videojuegos, y cómo cada uno aportó lo que pudo a la saga, también hace un vistazo al juego de cartas, el anime, y joyitas desconocidas relacionadas con la saga.

Si eres de los que han crecido con estos videojuegos y lo sigues disfrutando como el primer día (como yo, vaya) no creo que el libro de pueda decepcionar. Incluso aunque te cuente cosas que ya sabes. No está de más repasar eso.

Para residentes en el 221B de Baker Street

Porque como holmesiano, todas las lecturas sobre el detective más conocido no son suficientes, así que me hice con El libro de Sherlock Holmes, editado por Gareth Jones y escrito por varios autores, en el cual repasamos el canon con su contexto: pasearemos por las tramas de las novelas y las historias mientras se nos ilustra un poco sobre por qué ocurrían o por qué veíamos las cosas que aparecían. Probablemente incluso se digiera mejor compaginando la lectura de cada caso con su análisis en la obra, que también presenta (aunque más de pasada) un repaso a películas, series y pastiches que se han producido del que sea el personaje más veces adaptado a los medios.

El libro, por supuesto, no es "lineal", ya que las páginas están compuestas por fotos, cuadros, notas explicativas, esquemas... Una maravilla. La editorial además ha lanzado varios "El libro de..." más, y como sean como este serán una pasada.

Porque no todas las buenas historias tienen párrafos

Si eres de esos que piensan que el manga, o la novela gráfica, no son "leer", no te tomes la molestia de leer este cacho y pasa al siguiente porque no tengo la menor intención de discutir contigo. En caso contrario, os invito a disfrutar de The Promised Neverland, de Kaiu Shirai y Posuka Demizu. En sus páginas conocemos a Emma, Ray y Norman, tres niños que viven en el orfanato de Gracefiled House con otros niños. Su vida es idílica, y cuando están próximos a cumplir los doce años, descubren por accidente que su realidad es solo una cortina de humo y que deben escapar, pero se trata de una huida contrarreloj.

Pero insisto: lee el manga. E ignora el anime. Bueno, te puedes ver la primera temporada, pero lo demás, el manga.

Los lanzamientos más recientes de mis autores españoles favoritos

Para cerrar la lista, si alguno de ellos publica, yo tengo una cita obligada con la librería.

Manel Loureiro nos presentó el año pasado La puerta. Qué decir. He leído todo lo de este hombre, y si algún día empieza a publicar la lista de la compra, se la leeré también. Cuando fui a conocerle a la Feria del Libro, mencioné un mote que le habían puesto: el Stephen King español. Le quitó importancia diciendo que para eso le quedaba mucho. Supongo que se referirá al número de novelas escritas, porque es cierto que las páginas nos meten en ese terreno donde la línea entre la realidad y la ficción se difumina.

Una historia que comienza con la aparición de un cuerpo que ha sido sacrificado en un tipo de rito, y una madre cuyo hijo está desahuciado por la medicina, encuentra una extraña curandera que parece que tiene la posibilidad de salvar a su retoño. ¿Quién no arriesgaría la última carta cuando la partida está perdida?

Y por su parte, Juan Gómez-Jurado cerraba la trilogía de La trama con la publicación de Rey blanco. Acompañamos una vez más a Antonia Scott y Jon Gutierrez, que notan un reloj incesante para resolver una serie de casos planteados por una de las personas más peligrosas del pasado de Antonia. Una novela que no da pie a desarrollar los personajes (ni falta que les hace, ya les conocemos lo suficiente para tenernos en vilo) en un ritmo que no decae mientras observamos una partida de ajedrez entre más de un cerebro de gran categoría.

Por supuesto, no son los únicos libros que leí durante el año pasado. Tengo toda la lista en mi perfil de GoodReads. Añádeme y comparemos lecturas ;)

Cupo de gilipolleces

Perdemos el norte. Los responsables de que la tubería funcione, para lo cual se formaron en una especie de coaching de liderazgo para la inversa, se rascan la cabeza sorprendidos cuando ven que el haber optado por serrar el tubo no hace que el agua fluya mejor, sino que empiece un goteo incesante.

Tampoco parecen entender que si en una balanza cargas treinta kilos en uno de los platos y en el otro pones medio kilo, eso no va a estar equilibrado por mucho que la retorcida lógica de tu cerebro opine que debería funcionar así.

Desconozco qué clase de enfermo formador en coaching y motivar a la gente habrá enseñado que lo mejor para el equipo no es felicitarlo por el buen trabajo que hace, sino criticar cada pico de carga que no es atendida, mantenerlo en una vigilancia que evoca al Gran Hermano de Orwell, hablar a base de indirectas en una no disimulada connotación de desprecio; y luego se sorprenden de que los ánimos estén por los suelos.

Y por supuesto, una bicicleta funciona mejor cuando le dejas puesta la cadena y dejas de meter un palo entre los radios. Sobre decir que es más sencillo que el ciclista llegará antes a su destino si le indicas el punto final y por qué ruta quieres que vaya que diciéndole "Tú pedalea p'allá y tienes que llegar en cinco minutos"

-Pero oiga, que son 100 kilómetros

-Correcto, ¿has llegado ya? ¿Pues qué haces perdiendo el tiempo hidratándote? Por cierto, me tienes que dejar tricotado un vestido antes de llegar. Ya sabes, en cuatro minutos.

Y si al margen de toda esta mierda le sumamos la época de los cojones de la posverdad, pues tengo dolor de cabeza para varios meses seguidos. Las redes sociales no son sino un foco de infección más de (una de las muchas) enfermedades de la raza humana, que son el ego, el narcicismo. El yo tengo más razón y me voy a sacar datos de mi polla en vinagre.

La gente prefiere hacer caso a un cocainómano que no tiene estudios de medicina que a los científicos porque, oh sorpresa, resulta que la vida no es color de rosa y resulta más incómodo vivir así que pensar que todo es una gran conspiración, pero tu eres uno de los elegidos que conoce La Verdad.

La gente prefiere seguir pensando que la culpa de que tengan una vida de mierda es del de al lado, que está igual o peor que ellos, en lugar de fijarse en que la culpa la tienen el que le explotan, el que le ha gobernado y ahora le aumenta la tarifa de la luz el agua y el teléfono, y el que le roba la mitad de su sueldo para pagar un techo bajo el que poder dormir. No, sigue pensando que esos tres son seres especiales que están ahí porque se lo merecen.

A la gente se le oye decir que "bueno esto es una democracia imperfecta pero peor sería una dictadura". Pero tampoco parece preocuparles esa imperfección; es más, prefieren que no se toque. No sea que su mundo idealizado entre "los poderosos" y "los vasallos" se rompa, ya que no saben vivir sin comerle la polla al que tiene la sartén por el mango. A ver si con un poco de suerte le cae alguna miga. Y todavía es peor el que admite abiertamente que preferiría una dictadura.

La gente tiene más prioridad por demostrar al mundo lo bien que les va y lo felices que son, porque mira a donde me voy de vacaciones, mira jajá que me salto las normas de covid y me reuno con veinte amigos, mira todo el fondo de armario, os quiero followers de mi corazón, en lugar de tratarse con un especialista esos problemas de autoestima que tienen para necesitar que una panda de desconocidos te digan lo bueno que estás o la envidia que te tienen, tía, que fuerrrrrte.

La gente prefiere pensar que dos más dos son cinco que si tu llegas con cuatro naranjas y le intentas explicar la suma, mira, eso no va con ellos.

En resumen, que estoy hasta el prepucio, el pucio y el pospucio. Como concepto general. Mucho cansancio y mucho hastío. Demasiado imbécil por ahí suelto.

Y sí, soy perfectamente consciente de que habrá quien piense precisamente eso de mi. "Este es un imbécil que le han alineado no se qué". Pues mira, chato, si has leído hasta aquí, y te has ofendido porque te has notado aludido en alguno de mis párrafos: te jodes. Yo voy a dormir mucho mejor.