Virus

No se me ocurre una palabra mejor que defina al ser humano. A lo que se ha convertido después de años y años de una evolución que debería haber sido para bien, pero ha terminado desembocando en la criatura más obscena que ha pisado la faz de la Tierra.

El ser humano no ha parado hasta la dominación completa del planeta, infectando y exterminando allá donde ha ido la huella de la civilización. Somos lo peor que le ha podido pasar a la vida en el mundo, porque para ella, hemos eliminado muchas otras. El intelecto con el cual se nos ha dotado no ha servido sino para manipular y destruir todo a nuestro paso, dando igual las consecuencias que tendrían a futuro. ¿Qué más da, si no vamos a estar ahí para verlo?

No sólo hemos destruido lo que nos "estorba". Nuestro instinto vírico se impone sobre la capacidad de pensar, y acaba de igual forma con todo lo que nos puede beneficiar. Son muy pocos los planetas en los que la vida es, teóricamente, posible. Somos tan geniales que nos cargamos las defensas del nuestro. Sin descanso, día tras día. El virus no va a parar hasta que la infección sea completa. Y para entonces ya será tarde.

El ser humano ha demostrado su crueldad con el paso de los siglos. Y aún a día de hoy, se planea llevar a una raza como esta al espacio, por instinto de supervivencia. Hay días que me cuestiono si merecemos tal honor. El espacio poblado de una civilización tan egoísta... Es una imagen que me da escalofríos.

Y no nos damos cuenta de que el virus es tan dañino que se ha vuelto en nuestra propia contra. El virus humano se ataca a sí mismo, le da igual, piensa que no le afecta. Se autoataca y autodestruye. Y si continúa así, acabará consigo mismo. No es un planteamiento que me vaya a hacer llorar, pero sí reflexionar cómo se puede ser tan tonto como para permitirse su propia aniquilación.

No sé qué llagará primero. El autoexterminio o la huída al espacio. Y si llega lo segundo, espero que la humanidad se haya desprendido de su parte virus. No repitamos tantos errores en otras galaxias.



PD: No es mi mejor entrada soltando bilis, pero tenía la necesidad de decirlo.

Desintoxicación mediática - Un mes después


Hace ya un mes dije que tenía como objetivo alejarme lo máximo posible de las noticias. No tenía interés en pasar tiempo leyendo titulares que me indignaban, noticias que me enfadaban, sucesos que me tocaban las pelotas. Y llega el momento de hacer una pequeña valoración al respecto de la experiencia:

Maravillosa.

En este mundo que el ser humano ha enmierdado, pasar un tiempo alejado de un mundo mediático también hecho mierda. Obviamente, era imposible no enterarse de algunas cosas. Pero mantenerse a una distancia prudencial ha sido algo muy positivo.

Principalmente, enterarme de tan poco ha ayudado a moderar mi enfado con las noticias. Se leen desde un punto de vista más sosegado, más racional. Siguen muchas veces tocando los cojones, pero en general, provoca bastante menos enfado, algo que sin duda debe agradecer mi sistema nervioso.

También ayuda para ver cuales son los filtros de la gente. Cuales son los temas que se hablan en más mayorías. Desconozco si eso es algo positivo o negativo, pero desde luego, la cantidad de información que me ha llegado ha sido siempre la más sonada.

Por supuesto, ahora toca volver a empaparse un poco más en lo que va sucediendo en el mundo. Pero intentando mantenerme en esta especie de estado zen en el que me encuentro. No sea que en una semana vuelva a estar desquiciado por todo lo que no me he enterado en un mes.

Una serie de catastróficas desdichas (serie de 2017)

Trece años tras la película antagonizada por Jim Carrey, Netflix nos ha presentado la serie de Una serie de catastróficas desdichas (valga la redundancia). Redundancia en este caso es una repetición de palabras para expresar una idea o concepto. Basada esta primera temporada en los 4 primeros libros de la serie (dedicando dos episodios a cada libro), el título no puede ser más acertado.

Para desconocedores del argumento, la historia habla de los niños Bodelaire: Klaus (Louis Hynes), Violet (Malina Weissman), y Sunny (Presley Smith), el bebé. Inteligentes y de familia adinerada, quedan repentinamente huérfanos tras un incencio en su casa. La noticia les es dada por el señor Poe (K. Todd Freeman), albacea de sus padres, quienes establecieron que en esta situación, deberían ir con el pariente más cercano: el Conde Olaf (Neil Patrick Harris), villano por excelencia que busca adueñarse de la fortuna Bodelaire. La historia es narrada por Lemony Snicket (Patrick Warburton), el autor de los libros, y ya desde el principio de la historia, se nos deja claro que la serie no tiene momentos felices. Y desde luego, no nos engaña.

La serie es deliciosamente cruel y absurda, y es indudable el abuso que sufren los niños Bodelaire en un mundo de adultos que no les comprenden, especialmente por lo disparatado de las situaciones. Disparatado es una palabra que significa algo que excede o sobrepasa los límites de lo común o lo ordinario. Y precisamente es en ese plano de surrealismo donde la serie tiene su fuerte, al que hay que añadir la crítica (no tan) velada a los adultos que no los entienden, y de los cuales muy pocos sienten verdadera preocupación por sus problemas.

Aunque hay que decir que el trío protagonista es un poco deus ex (pues logran salir de todos los problemas, que no hacen más que acumularse), no es nada cómodo verles en esas situaciones, en las cuales, desde este lado de la pantalla sólo puedes preguntarte: "No. ¿No? ¡No! ¿En serio? No, no puede ser. ¡¿En puto serio?!". Y sí, en puto serio. La inocencia de los adultos supera con mucho la de los niños, que deben ser espabilados para conseguir salir airosos.

Aunque debo decir que mis personajes favoritos no son los críos, sino los tres principales adultos de la serie. El conde Olaf, magistralmente interpretado por Barney Stinson Neil Patrick Harris, consigue ese tono oscuro en un personaje de apariencia ridícula, y que sin embargo, lleva la crueldad por bandera. En contraparte está el señor Poe, quien va llevando a los niños de tutor legal en tutor legal, sin detenerse a pensar en ellos: es lo que está estipulado y él tiene demasiada prisa en ascender en el banco, tanto que se traga con mucha ingenuidad las absurdas estratagemas del conde. Y por supuesto, Lemony Snicket, quien nos aconseja con frecuencia que dejemos de ver la serie en los pocos momentos felices que tiene, y que comparte con muchos personajes del reparto la costumbre de explicar una palabra, muchas veces innecesariamente. Innecesariamente es una palabra que significa algo que no es necesario,

La serie se ve rápido, y para los amantes de lo mordaz, puede ser una delicia. Hay que añadirle la ambientación a lo steampunk, que lo convierten en un placer visual y auditivo, y creo que se puede recomendar incluso a los que no les gustó la película de 2004. Esta adaptación es más pausada, y nos permite conocer mejor a ese grupo de personajes extravagantes, y su serie de catastróficas desdichas.