El post del entretenimiento de febrero

Al lío. Estas son las reseñas, con más cariño y tiempo, de lo que he visto y leído en febrero.

Los libros

"El guardián invisible", Dolores Redondo, 2013

Conocía la saga por haberme visto las películas, pero no me gusta quedarme ahí y debo ir siempre a la fuente original para comparar. Y nuevamente, el libro consigue desbancar el resultado de la película, la cual no era mala, pero en la comparativa sale perdiendo, como si el director no hubiera tenido claro dónde meter los cortes. En el texto escrito todo queda mejor plasmado, el ritmo de la narración, la dosificación de la información, conocer más en profundidad los pensamientos de Amaia, la protagonista, "en llano" multiplica mucho la experiencia de la historia. Sobre el caso en sí, rocambolesco como parece ser la orden en estos días (nada desdeñable, o no habría historia posible), y se agradece el no abuso de potenciales sospechosos que salen de debajo de las piedras con tal de intentar confundir al lector. La obra es a partes iguales, bien equilibrada, la propia historia de la inspectora Salazar como de la caza y captura del monstruo que ha turbado la tranquilidad en el Baztán. Y, especialmente, el título queda con mucho más sentido en la novela que todo lo recortado de la novela.

Valoración: 7/10

"El método (The Game)", Neil Strauss, 2015

No se si alguien hubiera apostado hace unos años que yo me terminaría leyendo "El método". Yo mismo hubiera apostado en contra y habría perdido, por lo visto. Lo que ya me hubiera sorprendido es que el libro me gustara. Y como cabía esperar, no ha sido así. Vaya por delante que no veo nada malo en querer aprender a ligar (en plan sano), o a relacionarse con la gente (en plan sano), que al final el ser humano es sociable. El problema es que Neil Strauss donde entra es en un grupo de gente carente de personalidad absorbiendo trucos sin filtros ni consideraciones de unos iluminaos que se autodenominan "Maestros de la Seducción", los cuales no son más que una panda de misóginos que no ven personas en las mujeres. Ven objetivos, ven muescas, ven trozos de carne... El problema al final es que El Juego, como sería en inglés, al final no es tal. Es decir, puede ser realmente un juego bien usado, pero eso no ocurre, más allá del propio Strauss (que al final es el autor y creo que tampoco sería lo bastante tonto como revelar toda su oscuridad, pero bueno). El Juego al final pasa a ser manipulación, hipnosis (sic) y una serie de técnicas muy peligrosas cuando las emplea gente que no está bien de la cabeza. Menos mal que he terminado de leerlo, porque he sufrido.

Valoración: 1/10

"Sherlock. Escándalo en Belgravia (segunda parte)", Jay, Moffat y Gatiss, 2021

Por fin la continuación y final de la adaptación del episodio "Escándalo en Belgravia" de la serie Sherlock de la BBC. Jay, una vez más, no arriesga, de modo que el texto corresponde íntegramente al guión de Steven Moffat y Mark Gatiss (si bien este episodio fue guionizado por el primero, aunque como creadores ambos comparten créditos en todo el manga, incluso en "El banquero ciego" que fue escrito por Steve Thomson) en la temporada en que el protagonista empieza a humanizarse y conoce el amor. De modo que tan bueno como me pareció el original, valoro lo mismo con el manga. Por reseñar algo más, Jay sabe qué frames elegir para plasmar las viñetas y los diálogos, y aunque a veces se refugia en viñetas sombreadas para únicamente meter los "bocadillos", el resultado es muy bueno. La edición deluxe que hace Norma Editorial trayendo el manga, fantástica.

Valoración: 8/10

Las series

Alice in Borderland (T1)

Tenía pendiente verla desde hace bastante, y finalmente me animé sin tener muy claro qué me iba a encontrar. Al margen de fechas de emisión y de que se base en un manga (el cual ahora me quiero leer), es una especie de "El juego del calamar" más a lo bestia y con toques de ciencia ficción. La fórmula funciona bien, y no se hace en absoluto larga, aunque al final creo que queda lastrada un poco por el propio protagonista, cuyas deducciones, al más puro estilo de un procedimental (policíaco u hospitalario, la solución siempre llega al final porque lo marca el guión) no termina de encajar del todo y queda forzada. Pese a lo cual, remarco en especial el tercer episodio del juego de corazones, un giro sorprendente (insisto, no he leído el manga y quizá ahí también ocurra). Por contra, aunque enriquecer la historia de los personajes siempre es un plus para generar el canon, no me parece que en este caso suponga mucha diferencia de cara a lo que vemos. A finales del año pasado se estrenó la segunda temporada, según vea el cúmulo de series puede que me anime con ella o aguarde un tiempo más.

Valoración: 7/10

Las películas

"El perro de los Baskerville" (1939)

La primera película de Basil Rathbone como Sherlock Holmes iniciada por la 20th Century Fox (y que solo duraría otra película más hasta que Universal tomara el relevo) es una adaptación muy buena de la "novela por excelencia" del detective de Baker Street. La ambientación en Dartmoor, la mansión, el pantano... todos los elementos logran sumirnos a la perfección en la narrativa, que respeta casi todo el tiempo la obra original, de un modo ameno y en constante movimiento, sin dar mucho tiempo al descanso (¿por qué no se siguen haciendo películas de hora y veinte de duración?). Eso sí, peca y pierde puntos al final, cuando se acelera tanto que se omite la persecución final después de descubrir al culpable, quien termina huyendo. Tampoco le hace mucho favor al filme omitir la trama de Selden, que intentan reutilizar para jugar al despiste pero con poco éxito (tal vez la cinta tuviera más impacto en su día, o puede mantenerlos para quien desconoce la original) y al final parece más metido con calzador que otra cosa.

Valoración: 8/10

"Sherlock Holmes contra Moriarty" (1939)

Rathbone volvió a vestirse con la levita de Holmes en un guión original. O basado parcialmente en la obra de teatro de "Sherlock Holmes" de William Guillette (quizá hace mucho que no la leo, pero yo no soy capaz de encontrar esos paralelismos). La película creo que pega un bajón en el guión con respecto a la de Baskerville. Si bien la ambientación seguía siendo muy buena (y cara, motivo por el cual Universal trasladaría la acción al presente de aquellos años), nos topamos de primeras con un doctor Watson que empieza a caricaturizarse, probablemente el aspecto más molesto de varias adaptaciones. El profesor Moriarty elegido carece del aire de peligro que han evocado otros intérpretes, y su plan parece más propio del que veríamos años después en el anime de "Meintaitei Holmes" que el profesor del canon (aunque es interesante ver la escena que inspiró en parte el episodio "La caída de Reichenbach" del Sherlock de la BBC). Y en cuanto al apartado deducciones, empiezan a ausentarse, y simplemente parece que Holmes "sabe cosas" en vez de averiguarlas.

Valoración: 6/10


Existe la verdad y la verdad

Al lío. "Existe la verdad (carita enfadada) y la verdad (carita alegre)" es quizá uno de los memes más explotados de Los Simpson pero no por ello menos cierto. Y es que veo que se dan muchas veces dos mentiras diferentes cuando hablamos de la verdad. La verdad, en su más simple definición, sería la coincidencia entre una afirmación y los hechos. Y muchas veces el problema no es la verdad. Es cuál es la afirmación. Son cuáles son los hechos. Cómo hacemos la afirmación. Qué ocurre con esos hechos.

Por eso, recomiendo a quien me lea que cuando conozca a una persona que en la tarjeta de presentación dice: "Yo es que soy muy sincero", que en ese momento se de media vuelta y ponga cuantos más kilómetros de por medio mejor. Porque no conozco a muchas personas que tengan buenas experiencias con ese tipo de personas. Traducido al idioma real, "Soy muy sincero" viene a significar "Digo las cosas que me da la gana, con una arrogancia que te van a dar ganas de partirme una silla contra la nuca, y encima creo que me tienes que dar las gracias por ser como soy". "Soy muy sincero" es tomarse la carta blanca de tener el derecho a decir lo que sea, pero encima con un "bonus": no les puedes pagar con la misma moneda. No se pueden criticar sus opiniones porque, oh chorprecha, les estamos censurando. "Soy muy sincero" es básicamente exponer cualquier afirmación sin derecho a reproche. El mundo a tus pies. "Soy muy sincero" como justificación absoluta para comportamientos intolerables. "Soy muy sincero", pero no lo seas conmigo, que a mi esas cosas me parecen unos ataques intolerables contra mi persona.

Y ojo, soy el primero que considera erróneo que la gente se tenga que regalar los oídos. No, en la vida hay cosas positivas, y hay cosas negativas, y se tienen que poder expresar las negativas. No con crueldad. No con la intención de herir a alguien, querida persona que eres muy sincera, porque tus comentarios son destructivos. Una persona no tiene que ser sincera a malas. Tiene que haber una intención de ayuda. Y si no, por qué no, un silencio. Muchas veces es mejor simplemente cerrar la boca. Y sobre decirlo: nos podemos equivocar. Podemos cometer un error, involuntario (por eso se le llama error), porque una vez se nos ha ido la lengua en una discusión, o porque hemos hablado sin pensar. Son cosas que pasan, podemos errar, somos humanos, pero también tenemos que ser capaces de rectificar cuando algo ha sido equivocado. Un pedir perdón, un saber estar. Hay formas de decir las cosas, máxime cuando alguien te importa. Aunque muchas veces parece que, efectivamente, a estas personas muy sinceras no les importan los demás.

Las personas que de verdad son sinceras no tienen que expresar que lo son en una frase.

Y luego también está la otra cara de la moneda. Porque para mi, lidiar con un sincero me resulta muy sencillo, sé lo que me va a acarrear y esperarme lo peor, nada de empatía, y a seguir. Pero ¿qué pasa cuando se da el lado contrario? "Dime la verdad". Ay, Dios. Qué compromiso. Porque muchas veces, por el devenir de la conversación, "Dime la verdad" trae entre líneas "Espero que la verdad sea lo que yo pienso", una especie de acuerdo entre ambas partes por la cual hay que agradar a la otra parte falseando la verdad. Bueno, ¡que igual no! O sea, se dan casos en los que la verdad coincide con lo que la otra persona quiere oír. Pero hay otras tantas que no. Y entonces, ¿qué hacemos?

En lo personal, yo soy de los que piden sinceridad de verdad. Al igual que no me gusta regalar los oídos de nadie, tampoco me gusta que me lo hagan a mi. Porque eso al final me hace sentirme peor, si detecto que hay un intento de no herirme al final me llego el golpe por dos: la mentira y el hecho negativo en sí. Obviamente es una elección personal, pero si se que algo ocurre, algo que no está bien, tener la información puede ayudarme a corregirlo... o a asumirlo. No siempre las cosas negativas son reversibles. Pero son las que son y hay que conocerla.

Pero nuevamente me remito a lo que ya dije: existen formas de decir las cosas. Y se aprende. Y yo sigo aprendiendo, porque no es algo absoluto. Cada persona individual tiene una serie de variables que reaccionan de forma diferente a cada input, pero coño, para eso nos vamos conociendo. Hay que aprender a comunicarse mejor. Tenemos además un idioma riquísimo, y no lo estamos aprovechando bien. "Te veo muy delgado" suena infinitamente peor que "Te noto algo hoy. ¿Ha ocurrido algo? ¿Quieres hablar?". Pasamos de ese ataque "sincero" a una preocupación por nuestro interlocutor. Y ya es cosa de la otra parte querer hablar o no. Tampoco es sano un "Qué bien lo has hecho" cuando el resultado no es realmente algo bueno. Yo, que soy todavía Cocinero de Nivel 1, es la magia que tengo menos desarrollada, hay cosas donde meto la pata y que no tengo controladas. ¿Qué favor me harían los comensales si dieran por buena una carne que no he preparado bien, o que algo me ha quedado insípido? Nada. Obviamente tampoco quiero una reacción del tipo "Esto no hay quien se lo coma". Yo que sé, dame pistas, qué le has notado, está duro, o blando, o no ha pillado el sabor. Dame información, coño, comunica.

Y también hay una vieja máxima que no se me olvida: no preguntes aquello cuya respuesta no quieres conocer.

En serio. Tenemos que conseguir llegar a un término medio entre ambos extremos. Tenemos que poder decir las cosas, por negativas que sean, buscando las palabras apropiadas y no mentir a esas personas que buscan una aprobación cuando consideramos que no es así, pero tampoco a base de destrozar la moral de los demás. Pensemos antes de hablar. Estemos seguros de lo que queremos saber.