Extracto de "Memorias de un exilio", de Miguel Gila

Extracto de "Memorias de un exilio", de Miguel Gila, concretamente del capítulo Los viajes, sección «Pijas» de todos los tamaños.

Pero volviendo a lo de la Concha, es curioso lo que puede ocurrimos si no tenemos noción del significado de ciertas palabras, según el país de América Latina que visitemos.

En Chile «la polla» no significa nada más que «la quiniela»; «el pico» es la palabra con la que denominan el miembro masculino. Y ocurrió que en una ocasión fuimos a Chile con unos amigos argentinos, hicimos amistad con una familia y nos invitaron a comer. En Chile hay muy buen vino, y para la comida nos sirvieron uno excelente, de esos que entran sin sentir. Cuando estábamos a mitad de la comida, uno de nuestros amigos, que hablaba sin parar, dijo:

—Se me está calentando el pico.

La señora de la casa, el marido y las dos hijas se quedaron paralizados.

En México entré en una ferretería a comprar un candado para una maleta, delante de mí había una señora. Cuando el hombre de la ferretería le preguntó a la señora qué era lo que quería, la señora dijo:

—Quiero una pija grande, así.

Y con las dos manos señaló el tamaño de la pija.

A mí me sonó a raro y hasta se me despertó la curiosidad por saber para qué quería aquella señora una pija de ese tamaño.

El hombre se metió por una puerta que daba al interior, salió a los pocos instantes y puso sobre el mostrador un tornillo. La señora salió con el tornillo en la mano y yo me enteré de que en México a los tornillos les llaman «pijas». Y el caso es que de ahí en adelante fui observando que en muchos lugares había carteles que decían: «Tenemos pijas de todos los tamaños.»

Como decía, resulta curioso, cómico y divertido, aunque a veces crea situaciones vergonzosas el hecho de no tener un conocimiento claro de las palabras que pueden resultar chocantes o groseras en cada país de América Latina.

Me costó mucho trabajo, en los primeros meses de vivir en Argentina, sustituir la palabra «cojer» por «agarrar», particularmente cuando se trataba de algo delicado, como una flor o una niña. Me costaba trabajo decir: «Voy a agarrar esta rosa» o «Voy a agarrar a tu niña y la llevo al circo». Pero lo más curioso es que tras vivir veintitrés años en Argentina, durante mucho tiempo seguí asociando la palabra «coger» con la palabra «joder». Para colmo de males, es muy común, sobre todo en Madrid, que mucha gente emplee el verbo «coger» por el verbo «caber». Cuando alguna vez intenté entrar en un ascensor en el que había mucha gente, me sonaba raro el: «Entre usted, que aquí cogemos todos.»

En una ocasión en que por razones de trabajo yo no podía desplazarme de Buenos Aires a España, Luis Bassat y yo nos pusimos de acuerdo para hacer ese año los spots publicitarios en Argentina. Luis Bassat viajó a Buenos Aires y fui a esperarle al aeropuerto de Ezeiza, que está como a treinta y cinco kilómetros de la capital. Llegó Luis, nos subimos en el coche y cuando habíamos recorrido unos cuantos kilómetros, vimos a un marinero a un costado de la carretera que hacía autostop. Paramos, subió el marinero, y cuando le dejamos a la entrada de Buenos Aires, le dije a modo de broma:

—Bueno, espero que si algún día estoy nadando en alta mar y pasas con el portaviones, me lleves hasta el puerto.

Cuando a la noche estábamos cenando con la gente que se iba a encargar de hacer la publicidad, Luis Bassat quiso contar lo del marinero:

—Cuando veníamos del aeropuerto hemos cogido a un marinero...

Aquello fue motivo de risa, que Luis no entendía, ya que sólo había contado el principio de la anécdota. Después vinieron las aclaraciones y todo quedó solamente en lo del portaviones.

Aún hoy, después de nueve años de mi regreso a España, ese «coger» me sigue sonando mal. Cuando subo a un taxi y me dice el taxista: «Esta es la tercera vez que le cojo», tengo que hacer un esfuerzo mental para no traducirlo por «Es la tercera vez que le jodo».

Diccionario Biográfico Español

Solo eso que decir
"Autoritario, no totalitario" es como define a Franco el Diccionario Biográfico Español.

Anonadado me hallo desde que leí el artículo en Público.es en el que se cuentan las variantes de la historia escritas en el libro, hecho con un presupuesto de 6,4 millones, y que no hace una sola referencia a la represión franquista.

Entre los elogios hechos a Franco, destaco algunos: "fue un general valeroso y católico, que participó en un golpe de Estado contra un Gobierno caótico con el único fin de restaurar la monarquía democrática", "Montó un régimen autoritario, pero no totalitario", y ya, también arremetiendo contra el PSOE: "el aprovechamiento, desde la oposición socialista, del hundimiento del petrolero Prestige fue uno de los motivos por los que el Partido Popular perdió las elecciones en 2004".

La "coña" del asunto, es que el autor de esta biografía, desprecia la democracia, y no tiene inconveniencia en reconocerlo.

Por fortuna, la ministra Sinde (que es lo que más anonadado me ha dejado) ha pedido que se revise el contenido de la obra por no ser fiel a la realidad.

Creo que es la única vez que voy a coincidir con ella: la historia, al margen ya de las creencias y opiniones personales de cada uno, la Historia debe contarse de forma imparcial. Te puede caer mejor la derecha que la izquierda, puedes tener a los dictadores a nivel de dioses, pero eso no puede entrar a la hora de contar la Historia.

En fin, lean, juzguen y opinen.