Que después de mucho tiempo preguntándome qué escribir, o si debería tirar la toalla, o dedicarme a otros géneros, me ha venido la inspiración en un ramalazo de mala leche, de esos que amenazan con sacar el lado más oscuro de uno mismo y empezar a responder con groserías a todo, gradualmente, para evitar el estallido final. Pero bueno. Quizá con esto logre cierto desahogo.
Podría haber puesto esta entrada en palabras de Teseo fácilmente, por aquello de que voy a hablar de informática, pero no me pareció justo. Es un personaje que intento usar de escotilla del humor, de ridiculizar ciertas situaciones que me han pasado (o he visto, o me han contado, que de todas las experiencias se aprende).
En cualquier caso, me he dado cuenta de la transición gradual y casi sin darme cuenta del uso de Windows a Linux. Allá por cuando empecé la Formación Profesional (la cual me ha demostrado que tiene carencias que deben ser suplidas por cursos complementarios, al menos en el campo de las IT), fue cuando empecé a tener contacto con Linux propiamente dicho. Antes de eso, apenas había usado un par de veces MAX (que no Mac), una distro de Linux creada para la Comunidad de Madrid.
Aquel contacto en la FP fue... Realmente malo. Fue con Ubuntu. Y aún a día de hoy me sorprende que sea el Linux "para principiantes", que la gente que decide pasarse a Linux prueban con Ubuntu, les gusta, y tiran pa'lante. No me gustó Ubuntu. Ni me gusta. Aquella interfaz tan fea, aquella acumulación de comandos, que para lo que necesitaba hacer en una máquina Windows había que configurar el triple de cosas, que tampoco me lo supieron vender.... Un cúmulo de cosas que me hizo quedarme en la plataforma de Microsoft por mucho tiempo.
Pero al final, querer dedicarme a Sistemas fue más hacia adelante, y llegó el momento de volver a probar Linux. Ese momento fue cuando mi netbook (aquellos portátiles pequeños con hardware ultrarecortado) con Windows XP empezó a dar problemas. Windows 7 era demasiado pesado para una máquina así (comprobado). Ergo había que buscar algo más ligero, que aumentase la vida útil de aquel cacharro. Pues tocaba Linux.
Había pasado el suficiente tiempo para darle otra oportunidad, y ver si en aquel gran lapso de tiempo la cosa había ido a mejor. Y así fue. Probando la distro openSuse, versión 13.1, por recomendación de un amigo. Y aquel portátil volvió a funcionar como el primer día.
Si existe el amor a primera vista, debe haber algo similar con el tema de los entornos de escritorio. KDE se ha convertido desde aquel entonces en mi elección por defecto para los Linux (lo siento, Gnome, pero KDE es más bonito y no consume tanta RAM como queréis hacernos creer). Y ahí empecé a familiarizarme con un entorno más adaptado para el usuario corriente, y a la vez explorando un poco más allá lo que se podía hacer con ese sistema.
Ya no existían (o no he llegado a percibir) esas carencias que detectaba un par de años atrás. El sistema estaba preparado para suplir el uso de sistemas de pago. Y eso en un aparato que estaba por los tres años de uso, y aún tenía tirón para rato.
Otro tanto pasó cuando mi viejo Pentium D empezaba a colgarse usando 7. Fue el momento de pasarlo a opensuse 13.1 también. Otro portátil terminó recibiendo openSuse 13.2.
Actualmente he cambiado de ordenador. Los portátiles han quedado relegados a "me voy a poner una película en el salón mientras consulto unas cosas por internet". Android es demasiado vulnerable a ataques de virus para que sea una opción factible usar la tablet. El mundo de los ads nos ha jodido. Y en este ordenador tengo una instalación dual. Esto es que conviven en el mismo disco duro un Windows, y la versión más nueva de openSuse, la 42.1.
¿Por qué? Porque a pesar de sus errores, Windows es un sistema relativamente estable. Y digo relativamente porque tiene carencias. Igual que Linux. openSuse me cubre las necesidades básicas del día a día con total fiabilidad, pero lugo hay herramientas que necesito que están en base Windows. Y me funcionan también. Y hay veces que me pego días intentando resolver por qué tengo cierto problema en Linux, y lo saco. Y otras que Windows me trae de cabeza con actualizaciones, o haciendo lo que le sale de las narices sin que tenga constancia de ello.Pero he conseguido el equilibrio entre ambos a nivel personal.
A nivel profesional, la cosa cambia un poco, pues en los entornos laborales que he conocido se trabaja en base Windows. Y se puede. Y funciona. Y para el trabajo ofimático de la oficina seguro que les funcionaría mejor usar el formato abierto de LibreOffice, y usar el correo de Thunderbird. Porque he usado esos formatos y he visto las virguerías que pueden hacer. Pero bueno, yo no he montado el entorno, sólo he llegado y me toca amoldarme a él.
Y la amoldación suele consistir en enviar a los usuarios a tomar café mientras intentar averiguar qué tiene de raro una hoja de cálculo, o un correo, para que a la hora de hacerle scroll se quede colgado cuando la RAM está apenas a la mitad. O en la necesidad de un diccionario usuario-informático/informático-usuario (una de las cosas que no te enseñan en clase).
Pero en cualquier caso, he visto cosas que se pueden montar en los respectivos sistemas. Y me han gustado. Y me molaría poder montar algún día un entorno híbrido del que sacar lo mejor de ambos sistemas. Porque a pesar de terminar la mitad de los días harto, hastiado, cansado, molesto, misántropo, con dolor de cabeza, y con ganas de mandar todo al carajo, me gusta mi trabajo.
Tengo una de las profesiones más chulas que existen. Tenemos cacharros variados que probar cada día. Podemos montar cualquier cosa, por sobrante que parezca, por el mero hecho de que podemos. Y podemos montárselo a algún colega. Y se nos pueden hinchar los cojones cuando la amistad de convierte en "voy a tener un informático gratis". Que disfrutamos de nuestro trabajo, pero no vamos a permitir que abusen de ello. Bueno, salvo en el entorno laboral, pero como ahí nos pagan, nos duele un poco menos.
Y podemos buscar ayuda en foros cuando algo se nos atasca, o ayudarnos entre nosotros, o cuando hemos hecho de todo, buscar algo más que no se nos haya ocurrido a ver si logramos montarlo o no. Mientras que un médico no puede llevarse un paciente a casa para operarle y estudiarle, o un carnicero no va a filetear un cerdo en el comedor de su casa. Los asesinos en serie ya tal.
En resumen: que el balance de los pros y los contras parece equilibrado. Pero al final, el gusto por el "puedo hacer esto, aquello y lo de más allá" inclina la balanza a favor de lo positivo. Que se puede convivir entre Windows y Linux. Y qué a gusto me he quedado soltando todo esto, coñe.
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