Arte perdido

Esta entrada va dedicada a todas las obras de arte que se han perdido a lo largo de los años y los siglos.

El origen de este pensamiento, al que creo que no le dedicamos bastante atención (salvo que nos toque algo así de cerca), viene a raíz de que llevando bastante tiempo administrando la Sherlock Holmes Wiki, me he topado varias veces con algunas piezas de las que se conoce la existencia, pero de los cuales, por alguna razón, se han perdido las copias existentes.

Y por supuesto, esto sólo sería la punta del iceberg. ¿Cuántas películas clásicas, auténticas joyas, han desaparecido? ¿Cuántas composiciones? ¿Cuántos libros? ¿Cuantos cuadros de artistas reconocidos? Obras del ser humano que pertenecen a la nada. Al no existir. A la desaparición. A la pérdida.

Y no sólo esas obras que se conocen pero que ya no están. ¿Y todas las obras perdidas? ¿Obras que se desconocía incluso la existencia? ¿Acaso no es triste saber que también se han llegado a perder? El ser humano es mortal y caduco, con un paso determinado por la vida, pero al crear arte, se pretende dejar una huella de bastante más duración. Es una pena que algunas de esas huellas se hayan hecho en la arena de la playa, donde una ola se ocupa de borrar su rastro.

Por supuesto, no todo son malas noticias. De vez en cuando van reapareciendo algunas de estas obras perdidas, o incluso, desconocidas (con el consiguiente trabajo de determinar su originalidad). Y eso está genial, pero sería mucho mejor que no hubiera llegado a desaparecer nunca.

Ese libro de relatos viejo de la estantería, ese DVD de una película mala como un dolor, ese cuadro que estaba en el altillo de la casa de la abuela en el pueblo... Todo eso puede tener un valor que ni siquiera conocemos, y como tal, nos deshacemos de ello.

Si pudiéramos viajar en el tiempo, la única acción que vería correcta sería rescatar todas esas obras antes de su pérdida (y probable destrucción).

Viviremos en el mundo de las ciencias, pero el arte sigue siendo una parte fundamental del ser humano, y hay que preservarlo del paso del tiempo. Y por supuesto, continuar creando. ¿Qué sería un mundo sin arte? Algo similar al escabroso Un mundo feliz, una imagen que me produce escalofríos. Necesitamos el arte.

Así que la próxima vez que la vieja colección de libros ocupe demasiado hueco en la estantería, o que no se sepa que hacer con ese rollo de películas antiguas que no puedes ver porque no tienes proyector, o que te de por usar como mantel ese lienzo que estaba en la casa cuando te mudaste, piénsalo un par de veces. Podrías estar ante la última obra de su especie.

Engranajes

El funcionamiento del mundo es como el de una máquina. Miles de millones de engranajes, funcionando juntos... para uno o varios entes. La máquina se ha forjado durante el número de años suficientes para que parezca que ha avanzado. Pero no avanzamos. Llevamos años en que la inteligencia del homo sapiens, que nos había permitido mejorar la vida de la gente, ha pasado simplemente a construir nuestros propios placebos. No hay más pasos hacia adelante. O es que la vida se me hace demasiado lenta. Pero si ese es el caso, y el siguiente paso va a estar mejor que nosotros, les envidio.

Porque la máquina en la que trabajamos se ha construido tan bien, tan perfecta, que tiene una tolerancia a fallos brutal. Los engranajes contribuimos a su funcionamiento cumpliendo nuestro cometido. Ese cometido hay muchos que lo viven voluntariamente, pensando que hacen lo correcto en hacer funcionar una máquina que simplemente se está aprovechando de ellos. Y si llegan a pensar, piensan que han nacido para que se aprovechen de ello. El cometido también lo podemos vivir resignados, maldiciendo que no se actuara a tiempo. Nos gustaría que la guerra hubiera acabado hace tiempo, pero nada más lejos de la realidad.

¿Pero por qué he dicho que la máquina tiene esa tolerancia a fallos? Porque está diseñada incluso para el grupo de engranajes libres, aquellos cuyo pensamiento va más allá del que puede tener un simple engranaje habituado a hacer su tarea. El diseño ha permitido que cuando un engranaje intenta luchar a contracorriente, funcionando en sentido inverso, el resto continúen operando sin que puedan percibirle. Y no es el único engranaje. Muchos a su alrededor pueden intentar girar en sentido inverso, y lo consiguen... Pero por alguna razón, eso permite a la máquina continuar funcionando. En cualquiera de los sentidos, la máquina no se inmuta y prosigue.

Los dueños de la máquina saben muy bien cómo manejarla. Conocen la debilidad de los engranajes, especialmente de los más fieles. Si deben mover un grupo de engranajes donde hay otro, se ocupan de afilarles los dientes a sus seguidores, para que estos puedan hacer daño con sus giros a los engranajes recién llegados, destrozándolos. El buen trato que puedan recibir de los engranajes nobles no logra paliar ni por asomo el efecto de destrucción de los engranajes que defienden estar donde están por derecho sin que nadie vulnere la posición de cada uno, ignorantes de que no son los recién llegados los que han pedido el traslado.

Y así funciona la máquina con todos los engranajes que osan a ser diferentes. Si alguno de los engranajes decide romper las normas previamente establecidas, también se persigue. Muchos engranajes que estaban juntos han sido eliminados de la ecuación. Y los dueños de la máquina saben cómo jugar con todos sus soldados para que esto pueda continuar.


Divide et vinces, Julio César.

Lástima que aquella frase la escucharan los jefes de la máquina y no los engranajes. La división entre los engranajes del sistema es más latente que nunca. Observo horrorizado a mi alrededor. La lucha entre engranajes. Iguales contra iguales que parecen no ponerse de acuerdo hacia dónde funcionar.

¿Qué clase de demonio pudo crear una máquina en la que la falta de coordinación entre los engranajes provoca que el sistema les funcione mejor que nunca? No creo en lo sobrenatural, pero también creo que el diablo es real. Es alguien también en apariencia engranaje, y sin embargo, ha sabido jugar muy bien la partida teniéndonos a su disposición.

Existe una caldera que representa el enfado del colectivo de  los engranajes. Esa caldera se llenó de presión durante mucho tiempo, hasta el punto en que ha empezado a desbordar. El aire a presión ha empezado a escapar por los cierres de la caldera. No es hermética... Y sin embargo, no revienta. Está llena y desbordada. Pero se sigue llenando a la misma velocidad que se va vaciando. Porque en su gran sabiduría, el jefe de los engranajes colocó una segunda caldera, para que se llenase con el enfado de sus engranajes favoritos, y evitando así el colapso al que tanto teme.

Está claro que siguiendo las reglas de la caldera la situación no va a cambiar. Las reglas están tan bien diseñadas que es imposible salirse. Hace demasiados años estamos jugando bajo las mismas normas que me hacen cuestionarme seriamente el diseño inteligente de los humanos. Puedo creer en el diseño inteligente de algunos humanos. Concretamente, de los que se han adueñado de la máquina. ¿Existen más inteligentes que ellos? Es posible. Pero ya no es un tema de inteligencia. Es de desmanipulación, y de cómo combatirla.

Sherlock - Cuarta temporada

Sherlock es de esas series que dejan huella. Llevábamos desde 2014 esperando la cuarta temporada de una serie que prometía mucho, y que ha cumplido las expectativas creadas.

Por si no es elemental, la siguiente entrada va a tener SPOILERS muy gordos. Vuelve atrás sin leer una palabra más ;)

En realidad, no hemos esperado "tanto", ya que esta cuarta temporada vio sus orígenes en el episodio especial del año pasado La novia abominable. Un episodio que nos situaría en la época del canon holmesiano, la Inglaterra Victoriana, donde vimos a unos resueltos Holmes y Watson conociéndose (una vez más) e intentando resolver el misterio de Emelia Ricoletti: una mujer que se quitó la vida, pero resucitó. ¿Casualidad? Para nada. Jim Moriarty volvió al final de la tercera temporada, y Sherlock debía resolver el caso, para lo cual usó su palacio mental e intentar resolver ese caso no concluido de 1895, mostrando un maravilloso viaje entre aquella época y la nuestra. Sherlock Holmes es, al fin y al cabo, un personaje atemporal.

Te he dicho que había SPOILERS y te acabo de destripar el episodio 4x0. ¡Que no leas más si no quieres enterarte, coño!

Volviendo al tema, eso lo tuvimos el año pasado, y poco a poco se creó expectación ante una temporada que empezó denominándose "más oscura", y que terminó bajo la premisa de "Ya no volverá a ser un juego". Y debo decir, ahora que acabo de terminar con el último episodio hace unos minutos, que no tenían razón. En parte.

Y ahora voy a darle caña a los tres episodios de esta temporada antes de irme a dormir. No voy a revisar el texto, y te lo voy a destripar. Por última vez: no sigas.

Y el 1 de enero (2 en España, cortesía de Netflix) vimos Las seis Thatchers. Un episodio devastador. Empezó realmente fuerte la temporada. Y eso que al empezar el episodio parecía que nos encontrábamos con un caso más bien similar al de El banquero ciego, un episodio desenfadado en que no veríamos nada especialmente relevante. Pero nada más lejos de la realidad. De un golpe (en el suelo), todo tiene sentido: el hombre que Sherlock busca por dedicarse a destrozar bustos de Margaret Thatcher era un miembro de A.G.R.A., el equipo de agentes de élite al que pertenecía Mary Morstan años antes de conocer a John.

La carrera por intentar salvarla no es especialmente larga, y puede recordar en parte a esos procedimentales en que se da algunos palos de ciego hasta que llega la resolución final: un culpable nunca sospechado, y una muerte menos esperada... al menos en lo que respecta al inicio de una temporada. Mary nos abandonó de pronto, de un modo tan frío que despertó la ira de mucha gente. Pero debía ser así. Algo que pareciera irreal. Me encuentro conforme con ese resultado.

¿Qué tienen los segundos episodios de temporada de Sherlock para que siempre se plantee como un relleno? Es el que está en medio, y ya sea de mejor o peor calidad (Banquero, Baskerville, Signo) siempre ha sido el episodio "de relleno". El detective mentiroso, basado muy acertadamente en El detective moribundo, nos muestra precisamente a eso: a un Sherlock en estado deplorable mientras John Watson, herido y dolido, se niega a hablar con el amigo a quien culpa de la muerte de Mary.

El episodio es realmente muy psicodélico, sumergiéndonos en la mente afectada por las drogas de un John que al fin y al cabo, sigue siendo su amigo. Aunque el aplauso especial del episodio se lo lleva la señora Hudson, porque por fin se ha hecho valer, pero el episodio nos demuestra que Sherlock es, al fin y al cabo, humano, y que comete errores que lo pueden echar todo a perder.

Sin embargo, el episodio no termina cuando "debería". Unos minutos adicionales nos trajeron la "bomba" del episodio, en más de un sentido. John, quien había cambiado de terapeuta, se encuentra con que ella resulta ser... Eurus. Eurus Holmes. La hermana secreta de Sherlock y Mycroft.

"No soy dado a fraternalismos. Acuérdese del otro", decía Mycroft al final de la tercera temporada. El otro. El otro. Sherrinford Holmes, el teórico hermano mayor de Mycroft y Sherlock (el cual nunca fue canon pero os invito a leer sus orígenes aquí). La ambigüedad del idioma inglés ("the other") tampoco especificaba que "el hermano" sería "una hermana", pero en todo momento se dejó caer que el tercer Holmes sería hombre. Pues no. Eurus, "el viento del este".

Y ya te había dicho que te iba a contar lo que pasaba. Y has leído hasta aquí. Espero en serio que me hayas hecho caso. No te quiero desvelar el final.

Y hace apenas unos momentos he disfrutado, sufrido, y varias emociones más cuyo nombre no me sé, con El problema final. ¿Declaración de intenciones para finalizar la serie? Da igual.

El episodio final de temporada es "un no parar". Sherlock ha descubierto que tiene una hermana secreta, y con ayuda de John, le prepara una trampa a Mycroft para que le hable de Eurus: una niña un año menor que Sherlock, pero que superaba a este (y aunque lo niegue, también a Mycroft) en inteligencia y manipulación, y cuyos maquiavélicos actos le costaron el encierro (y una mentira a sus padres sobre la muerte de la muchacha) en una isla perdida. Joder, qué Harry Potter les ha quedado eso. Cuando Mycroft pone en duda que Eurus se fugase de Sherrinford (guiño), el 221B es amenazado por una bomba con sensor de movimiento. Sherlock, Mycroft y John deberán ir a Sherrinford e intentar conocer el pasado de Eurus, en un juego al más estilo Saw...

Pero que no pierde la esencia de la serie. No pierde la puta esencia. Es una serie de continuidad. De evolución. De cambio. No es un The Big Bang Theory que se toman varias temporadas en producir cambios. Aquí cada episodio es un paso enorme al siguiente, y Sherlock y John han avanzado juntos hacia aquí. El todo. Mycroft lo advierte al inicio del episodio, y lo ha cumplido de forma espectacular.

No voy a especificar como termina, pero creo que ha sido el mejor cierre de ciclo. Que no de serie. Si han podido hacer todo esto, pueden hacer más temporadas. Pero ha estado a la altura, y es, sin duda, el mejor episodio de la serie, donde vemos cómo les han afectado al trío protagonista (porque Mycroft al fin y al cabo, siempre estaba ahí) ese paso a paso que han dado para ponerse a prueba.

La temporada ha sido diferente, sin duda. Pero en absoluto ha sido mala. La crítica se ha cebado, creo que injustamente, con la evolución de la serie. Y digo creo porque no veo que tengan razón. Que también puedo ser yo el fanático equivocado, pero si me pongo racional... es que tenía que ser así. No podían dirigir a este punto la serie y que se desarrollase de otra forma. Y les aplaudo.

Y toda esa gente en plan... "Es que Sherlock ahora parece James Bond". Venga, por favor. No hay cosa relacionada con la ficción policíaca o de espionaje que no tenga alguna inspiración mínima en el personaje de Sherlock Holmes. Tenéis un puto documental al respecto de toooooooodo lo que ese personaje ha supuesto como una revolución en muchos campos. ¿Nos vamos a poner ahora tan fisnos? Por favor. No lloriqueéis con que la serie no ha sido de vuestro agrado. Hay cosas más vitales en la vida que una serie. Sherlock es un placer para la vista y el oído. Por supuesto que se puede discernir, por supuesto que te puede no gustar, pero el infantilismo que ha tenido la crítica y el fenómeno fan con la serie ha estado totalmente fuera de lugar.

Y antes de irme a dormir, que ya va siendo la hora, sólo me queda esperar a poder comentar, aunque sea en algunos años, la quinta temporada de la serie.

Una ROM de Android me acaba de decepcionar



Pensaba que nunca llegaría el día. He usado Android desde hace casi 7 años, y por lo general, cada nueva actualización mejoraba la experiencia de la anterior. He manejado un número finito de versiones: 2.3 y 4.0 (en un Sony Ericsson), 4.1 (en un Sony-no Ericcson), 4.4 y 5.1 (en mi Xiaomi).

Bueno, pues resulta que he tenido que pegarme con uno de estos Xiaomi para conectarlo al PC.

No debería ser nada del otro mundo. En todos los Android que he tenido (y en algún otro que me ha tocado echar una mano) bastaba con entrar en los Ajustes, Almacenamiento, y por ahí había una opción que permitía activar o desactivar el MTP (que básicamente es lo que hace que tu ordenador reconozca el móvil como un pendrive y le puedas meter fotos, música y bolas chinas). El procedimiento para activar eso es más simple que sumar 2 y 2.

Pues ¡ay!. ¡Ay!, amigos, ¡ay!. Qué dolor tengo en mi alma. MIUI, la ROM de Android que se actualiza cada semana, que permite trastear el mayor número de opciones sin necesidad de rootearlo, que te permite un control casi completo de todo el teléfono, que se lleva por delante todas las capas de personalización de la competencia... no lo tiene.

Es casi imposible de encontrar. Por defecto, cuando conectas por primera vez el móvil a un PC, te sale siempre un mensaje emergente que permite activar o desactivar el MTP. Pues los señores MIUI decidieron que, una vez desactivado por primera vez, ya no volvería a aparecer la opción para activarlo de nuevo. ¡Qué visionarios!

Pero insisto. Es un ecosistema Android. Debería haber alguna forma de solucionar un error tan grave (y este problema, pasándole a mucha gente, parece que no lo arreglan en ninguna actualización, manda cojones). Pero haberlas, haylas... O eso parecía.

Se supone que cierta app de la Play Store permite acceder a este menú... Pues no. No me lo permitió. Igualmente hay otra app que permite crear "atajos", y se le puede indicar la ruta del modo "Conexión USB a ordenador"... Pero tampoco ha funcionado.

Y mientras espero que algún buena fe me responda en el foro de Xiaomi a ver qué puedo hacer, me vengo aquí para maldecir que de todas las opciones posibles que podían faltarle a MIUI, ha tenido que ser precisamente esa. ¿Por qué? ¿Por qué tanto odio, por qué?

Borde

(iba a poner también al Sherlock de la BBC, pero no soy capaz de plasmar sus rizos en el Paint)

Por algún motivo, tengo cierta fijación en los personajes ficticios que podrían clasificarse bajo la etiqueta de "bordes". Sin filtro alguno, soltando groserías, sin que (por norma general) ese comportamiento contraproducente les acaree algún problema en sus vidas. Forma parte de ellos, y la gente a su alrededor ha parecido aceptarlos como una verdad ineludible.

House, Sherlock Holmes, Sheldon Cooper... son muchos los ejemplos que podría citar de "bordes carismáticos", pues no podríamos tolerar a alguien así en nuestro día a día, pero disfrutamos viéndolos en pantalla. Y sin embargo, al menos en mi caso, me puedo llegar a sentir cautivado por poder vivir de esa forma.

Dejando de lado que en mi cerebro no tengo un equipo de guionistas tan bueno como para soltar los cortes que estos personajes sueltan en cada episodio, no es la primera vez que pienso que estaría bien poder vivir así...

Me toparía con un problema: todos son los ases en su campo. ¿Esperaron a tener renombre para ser bordes? ¿O es algo que les ha acompañado desde el principio? ¿La experiencia puede llegar a amargarte de esa forma? ¿Puede acaso buscarse esa personalidad y entrenarla?

Pero retomándolo, esa vida de borderías lleva algo implícito: la soledad que suele acompañarles. Y sin embargo, en esa ficción, resulta que pinta bien incluso. Se puede llevar una vida a base de zasquear a la gente y aislado del calor humano de los demás. Una posición cómoda, desde la cual es más difícil llevarse palos emocionales. Pensándolo fríamente, sería una opción de vida muy válida para vivir sin problemas.

Pensándolo congeladamente, en cuanto eres un poco listo te das cuenta de que esa felicidad en la que viven apenas es real. Es un autoengaño. Quizá un autoengaño consciente que provoca el círculo entre ser borde y vivir engañado y jodido.

Y no son pocas las veces que uno ha pensado en tener ese tipo de comportamiento... a modo puntual. Hay gente con la que he hablado, y entre líneas (imaginarias) he leído que querían una humillación verbal contundente. Pero el respeto, o la cobardía, me lo han impedido. Lástima. No puedo alegrarme por ello. Quería hacerlo, y no fue así.

¿Podría existir un término medio? ¿Una forma de mantener cerca a la gente, mientras que con los idiotas* con los que nos encontramos podamos quedarnos a gusto con una buena grosería? ¿O quizá la bordería es algo tan adictivo que dejaríamos de discernir y acabar como esos personajes, alejando a la gente que nos importa, y entrando en ese bucle infinito?

Desintoxicación mediática


Y es que hay que cuidarse, coño. Relajarse, intentar no darle vueltas a la cabeza... palabras que suenan muy bonitas, pero a mínimo que estés un poco rodeado de noticias, resulta imposible.

Yo antes tenía la coña de llamar a las noticias como las habituales, porque muchas veces parecen todas lo mismo un día tras otro, como un cuento inacabado, como la única frase que todo el mundo recuerda de El Quijote, como ver cuadros cubistas... Una y otra vez lo mismo.

Pero ya no. Ahora más bien me dan ganas de llamarlas depresivos naturales. Porque es leerlas, o escucharlas, y darse cuenta uno de la mierda de mundo en que hemos tenido la desgracia de aparecer, de qué personas son las que establecen las normas del juego. Y yo, que me enciendo rápido, leer las noticias cada día suponía sufrimiento, enfado, y un aumento de la misantropía que desbordaba los gráficos.

Si a eso le añadimos la mermada credibilidad de las noticias, que cada uno te las pinta como le da la gana (o ni siquiera te lo cuentan), y resulta que al final sólo te puedes creer el resultado de los partidos de fútbol, uno termina hasta la punta del nabo.

De forma que, desoyendo la frase de que "Hay que estar informado", voy a renunciar durante un tiempo a enterarme de las cosas. Se acabó eso de meterse a ver noticias por internet, de hacer clic en los post de Facebook, o de seguir a medios de comunicación en Twitter. Necesito desintoxicarme de toda esa mierda.

Sé que no se puede huir. Siempre te terminas enterando de cosas. Pero voy a hacer por no mojarme, por no opinar, por limitarme a hacer scroll o cambiar de tema. Quiero estar tranquilo por un tiempo.

Resulta paradójico, pues me estuve planteando hacer un post semanal, cada lunes, del tipo: Noticias que me tocaron los cojones la semana pasada, e ir haciendo "recap" de todo aquello que aumentaba mis niveles de bilis over 9000. Pero es un proyecto que va a tener que esperar. Necesito un poco de paz y tranquilidad estos días.

No voy a olvidar mis principios, ni las causas que están pendientes de ser ganadas, pero necesito un poco de distancia. La sensación de impotencia ante un mundo en que, por más que se lucha, nada parece cambiar, puede ser terrible. Y no tengo edad para que me empiecen a salir canas por estos temas.

Empieza un periodo, espero, de tranquilidad, aunque sea por un tiempo.

Año nuevo, propósitos nuevos (o algo)


¡Felikis Año Nuevo! Desde luego la cosa promete empezando con chistes de mierda como ese.

Otro año que espero publicar de seguido, porque como sea como el anterior, voy a tener que pagar un mantenimiento adicional para limpiar el polvo y las telarañas de vez en cuando. Porque soy así, de publicar cuando me apetece. Al fin y al cabo, no gano dinero con este blog (y ganarlo lo convertiría en un trabajo, y perdería el 90% del encanto que tiene ahora, por la parte que me toca).

Y para entrar en este nuevo año, tengo un par de propósitos:

1. Dejar de hablar de política. Estoy muy quemado con este tema y me quemo más hablando de él. Se acabó. Ya lo dije todo con el resultado de las últimas elecciones generales. Así que pasando en moto.

2. No hacer reto de lectura. Voy a seguir leyendo y reseñando las obras. Pero no voy a marcar un objetivo de X libros al año porque al final siempre voy apurado, y me termina pasando como con lo de publicar: cuando lo haces más por obligación que por ocio pierde la gracia y vas más despacio. Podéis seguirme en Goodreads si gustáis.


Por lo demás, voy a continuar como siempre. Estoy pensando en hacerle un lavado de cara al blog, de nuevo (que más que lavados es pasarlo por la consulta de un cirujano plástico) y continuar publicando entradas de esas ligeras para acompañar de un café...

—Qué malo eres, amargarnos el café con tus entradas.

Quizá retome retome algunas cosas sobre las que no escribo hace mucho, como anécdotas, o poesía, o comentar alguna película más. O simplemente, sentarme ante el teclado para reflexionar sobre la vida que es muy dura.

(y si a los youtubers les funciona eso de intercalar frases en off como si alguien hablara con ellos, yo también puedo hacerlo)

Y por supuesto, continuar con las historias que tengo entre manos. Y si las musas acompañan, empezar alguna más. Todo se andará. Que el año es muy largo como para tenerlo todo programado.

Por cierto, muchas gracias, porque el diciembre pasado ha sido el mes más visitado desde el origen del blog 😃 (batiendo el récord que ostentaba precisamente diciembre de 2015).