Revisando a Sherlock Holmes… “Elementary”

(publicado originalmente el 6 de septiembre de 2019)


Uno de los personajes que llevo siguiendo desde hace más de una década es Sherlock Holmes. Y junto a la lectura de las novelas y los relatos originales, más algunas historias derivadas, también he visto muchas de las adaptaciones que se han llevado a la pequeña y la gran pantalla del personaje. Y hoy me apetece hablar de una de ellas. Una de las más polémicas en sus orígenes y que recientemente acabó.

Elementary es probablemente la única serie que he seguido sin descanso en los últimos 7 años. Iniciada en 2012, no se tardó en plantear la comparativa con la británica Sherlock. Pero nada más lejos de la realidad.
La serie protagonizada por Jonny Lee Miller y Lucy Liu nos planteaba, en el formato de serie procedimental, una revisión en el siglo XXI del personaje de Arthur Conan Doyle. Los dos elementos novedosos eran establecer la acción en la ciudad de Nueva York en lugar de la clásica Londres, y que el personaje de Watson fuera interpretado por una mujer.

La historia empieza en el momento en que Holmes sale (o más bien, se escapa) del centro de desintoxicación, y empieza a colaborar como asesor para el departamento de Policía de Nueva York. Joan Watson es una asistente de abstinencia contratada por el padre de Holmes, que garantice que la rehabilitación de su hijo sigue por buen camino. De este modo, ambos empezarán a colaborar con el inspector Bell bajo las órdenes del capitán Thomas Gregson (uno de los nombres del canon, menos recordado que Lestrade).

¿Qué pasa con un procedimental? Que habitualmente, te da igual lo que ocurra. Sabes que al principio aparecerá un cadáver y que será la muerte que deban investigar los protagonistas. Durante el episodio darán muchas vueltas entre las pistas y los sospechosos, hasta que en el último acto tendrán una conversación con el culpable. Semana a semana. Sin que haya conexión necesariamente entre los episodios.

¿Entonces dónde está la gracia? Si me pongo a echar la vista atrás… ¡los relatos de Holmes, narrados por Watson, entrarían en esta categoría! Conan Doyle escribía diferentes casos sobre Sherlock Holmes, y salvo alguna mención velada al profesor Moriarty, no hay dos casos en los que aparezcan los mismos personajes. Lo interesante de sus relatos se basaba en cómo se las ingeniaba Holmes para deducir, y luego atrapar a los culpables de asesinato, desaparición, estafas…

En Elementary la mayoría de los casos son homicidios, es cierto. Aunque hay toques de originalidad en la forma de resolverlos. Holmes sabe cómo debe trabajar, pero encuentra un apoyo inimaginado en Watson. Él tiene sus métodos, los explica, ha aprendido muchos trucos durante su carrera. Y como todo genio, tiene sus excentricidades. Serán muchas las ocasiones en las que le veremos saltarse “las normas de la cortesía o la convivencia”, haciendo raros experimentos por su casa ya sea para resolver el caso o por puro entretenimiento. Jonny Lee Miller sabe captar en muchos detalles al Holmes del canon, y nos podemos ahorrar comparaciones con su homógolo de Benedict Cumberbatch. Son dos estilos. Y pese al británico origen de Miller, la serie tiene ese “toque americano” que no escapa al personaje.

Pero no hay Holmes sin Watson. Conan Doyle se retrató en John Watson tal y como él veía a su profesor Joseph Bell: por debajo de su nivel. Pero Doyle era médico. Watson era médico. Y pese a ser médico, hemos visto varios John Watson que eran poco menos que idiotas. Lucy Liu interpreta a un personaje que hace honor al haber sido médico. En esta versión, fue cirujana antes de empezar a cuidar de adictos en rehabilitación. Pero trabajar con Holmes despierta el gusanillo de la investigación en ella, de seguir aprendiendo, de formarse. Es inteligente. Y aunque sus conocimientos pueden no abarcar tanto como los de Holmes, no se queda a la zaga y es capaz de resolver varios casos y convertirse en investigadora.

Y es que el mayor fuerte de Elementary se basa en la relación entre Holmes y Watson. Cómo el aprende que no sabe tanto como se piensa. Cómo ella aprende a ver el mundo con otros ojos. Cómo empiezan a recurrir el uno al otro, forjando una amistad iniciada en una relación impuesta por el patriarca de la familia Holmes para que su hijo no recaiga en la adicción. Su forma de trabajar juntos, ver que son capaces de entender cuándo se hacen daño, o cuando se lo quieren evitar. Que durante años de colaboración se den cuenta de que trabajan mejor juntos. Miller y Liu tienen la química suficiente como para hacer que esto funcione. Siempre defendí que Holmes y Watson eran la “amistad pura”. Si durante el canon original existen connotaciones homosexuales, es un tema en que no voy a entrar por desconocimiento. Pero la interpretación que vemos en Elementary sí es capaz de reflejar esa idea. Los mejores amigos. Creo que pocas series protagonizadas por un él y una ella han evitado enamorarlos. Y es otro punto que me encanta de la serie.

Sus compañeros de andanzas, lamentablemente, pierden mucho peso con el paso de la serie. Sin desmejorar sus mejores momentos. Aidan Quinn es quien interpreta al capitán Gregson, que ya había colaborado anteriormente con Holmes. Le conoce, sabe sus métodos, y aunque hay temas los cuales ignora, también sabe más de lo que Holmes le cuenta en algunas ocasiones. Por esto es por lo que eligió a su mejor hombre, Marcus Bell (Jon Michael Hill) como inspector al que la sociedad formada por Holmes y Watson asesora. En muchos episodios, la investigación de Bell es el puente por el que los asesores pueden llegar a ciertas pistas o sospechosos.

A partir de este punto cuento algunas cosas sobre la trama. Lee bajo tu propio riesgo.

Cada temporada desarrolla un arco propio. De este modo, en los orígenes, Sherlock y Joan se conocen. Empiezan a trabajar. A entenderse. A saber más del pasado del otro, de qué les ha llevado a ese punto en sus vidas en el que están. Por supuesto, el “grueso del asunto” recae en un enemigo de Holmes: Moriarty, una mente criminal responsable de la pérdida de la amada del detective asesor. Irene Adler. Watson es la pieza clave para que Holmes se mantenga centrado y puedan derrotar a su eterna némesis.


La segunda nos presentaba unos personajes ya establecidos, pero con un nuevo personaje en escena. Mycroft Holmes, el hermano de Sherlock, a quien conocen en el primer episodio de la temporada y quien rápidamente desarrolla un interés hacia Watson. Es con la aparición del mayor de los hermanos cuando Watson empieza a pensar en su propia vida, la cual no quiere mezclar con el trabajo. Quiere vivir, pese a la insistencia de su compañero en que ambas cosas están juntas. Y si el Mycroft Holmes del canon era, citando a Holmes, “de cuando en cuando, el Gobierno británico es él”, no tardamos en darnos cuenta de que sus intenciones no son solo reconciliarse con su hermano y establecer una relación con Watson.

La tercera temporada daba un salto temporal. El cierre de la segunda tanda de episodios nos dejaba claro que la relación de Holmes y Watson no estaba en su mejor momento, por lo que él optó por volver a Londres. Es curioso, ya que en el canon los personajes esto no se llegó a explorar: eran amigos y su convivencia podía verse interrumpida (habitualmente por algún matrimonio de Watson). Pero aquí vemos cómo tienen que volver a formar equipo mientras, en la primera mitad de la temporada, empiezan a formar a una nueva discípula en común: Kitty Winter (que es 😍). Ella es la vía por la cual se vuelven a acercar, incluso después de su marcha Watson sigue colaborando con su compañero. Pero el final de temporada trajo una sorpresa inesperada, con una recaída de Holmes.


La acción de la cuarta temporada iniciaba la acción unos pocos días después. Cuando Holmes se recupera, conocemos por fin a su padre: Morland. Definido por Sherlock como la encarnación del mal. Es un hombre de negocios, pero la naturaleza de los mismos parece rozar la ilegalidad. A pesar de lo cual, le vemos intentar acercarse a su hijo. La historia se tuerce cuando Watson dessubre que, unos meses antes, alguien había intentado acabar con la vida de Morland. La sombra de Moriarty vuelve a la carga durante los episodios que implican al padre de Sherlock, mientras este no termina de decidir cuáles son sus pretensiones. John Noble hace un trabajo excepcional como Morland y su historia tiene el interés suficiente para que valgan la pena todas sus apariciones, ya que podemos verlo no solo por las descripciones de su hijo, sino formar nuestro propio juicio sobre él… y no es fácil.

Llegó la quinta temporada, tal vez la más floja de la serie a nivel de trama. Ha pasado un tiempo no determinado desde la última decisión de Morland, y por azares de la vida, en la de Watson reaparece Shinwell Johnson, un exconvicto al que salvó la vida en su época de cirujana. Rápidamente ella desarrolla una simpatía y un impulso por ayudarle a reconstruir su vida. Pero este solo parece tener un objetivo, que es desmantelar la banda del SBK. Sherlock no termina de ver claro que Shinwell quiera redimirse, y menos aún que le puedan formar como detective. La historia desembocará en una guerra entre bandas en la que los detectives deberán evitar que haya más víctimas, pero los detectives tienen su propia guerra: ella quiere ayudar a Shinwell, mientras su compañero está cada vez más lejos de Watson por un problema muy personal. Creo que el mayor problema de este arco es que los bandazos que tiene muchas veces el personaje de Shinwell no terminan de despertar empatía hacia él.

Y la sexta temporada nos revelaba la verdad: Holmes es víctima de un PCS (síndrome postconmoción). Sus habilidades y hábitos se ven afectados por este síndrome, y teme no poder mantenerse limpio si no puede trabajar. Joan Watson se convertirá en su apoyo, al tiempo que el detective conoce a Michael, un hombre que se inspiró por sus palabras en el grupo de apoyo hace varios años. Por supuesto, este nuevo personaje no es lo que parece, y los detectives asesores tendrán que tener mucho cuidado con él. El mayor problema de la temporada fue plantear una trama para 13 episodios que luego se vio ampliada a 21. Son muchos los episodios “de relleno” antes del clímax con la historia de Michael, aunque estos permiten desarrollar otros aspectos de la vida personal de los personajes.

Fue un regalo ver la séptima temporada. La única que no ha dado apenas tregua al descanso. Después de los acontecimientos que obligaron a Holmes a abandonar Estados Unidos al final de la sexta temporada, y que Watson decidiera unirse a él en Londres, ambos deben encontrar la forma de regresar al país para enfrentarse a la amenaza de Odin Reichenbach, un multimillonario de la tecnología. Una versión perversa de cualquier empresario cuyo negocio recopila toda la información que sus usuarios suben a la nube. El cierre más digno que ha podido tener la serie.


Muchas licencias. Pocos son los casos que basan la mayor parte de la historia en el canon holmesiano… algo comprensible cuando este lo componen 56 relatos cortos y cuatro novelas, mientras la serie cerró con 154 episodios. Pero también esto juega a su favor: Sherlock ya adaptaba el canon al siglo XXI. Elementary establece a los personajes en nuestra época, con nuevas historias. Nos narra, con mayor acierto en unas ocasiones, y menor en otras, el avance de la relación entre los personajes principales. Cómo además afectan a su alrededor. Las decisiones que toman y como se reflejan en el otro.

Como dije al principio, ha sido la única serie que he seguido semana a semana (muchas otras cayeron en el camino para hacer pequeños maratones). Pero mereció la pena seguir la historia hasta su última ovación.

Puntuación: ⭐⭐⭐⭐/5

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